CARA A CARA CON UN LOCOMIA

La noche del tercer tiempo comenzaba cual congreso de presidentes de Iberoamérica, los “Comensales de Siempre”, se disponían a enmarcar la zona de exclusión, acreditar al ya inacreditable Ronald, las siempre bienvenidas improntas fotográficas o fílmicas de Eduardo, esto refleja por la apatía y tristeza que está pasando nuestro cameraman estrella Polo.

A esta noche como ya se han transformado en un clásico tercer tiempistas, no podían faltar los churros, rellenos, comunes y el clásico de rueda sin cortar especialidad de Polo y Billy. Mientras una constelación de brujas, y monstruos de producciones uruguayas recorrían la noche, en busca de sus trucos o tretas, acompañaron a esta velada en una mesa contigua cuatro personajes que aprovechando la noche se tomaron un descanso, me refiero a mi amigo Mac, Et, Alf y Aliens el octavo pasajero, que en esta velada sería el cuarto pasajero, (pero es una discusión que no vale la pena).

Ya a esa altura de la noche los “Comensales de Siempre” habían decretado a la noche como feriado nacional, los rostros denotaban que la luz del día nos indicaría el momento de partir, mientras corrían las harinas al tacho, las coca colas, los lemeyunes y las infaltables cervas, todo en señal del ya decretado feriado tercer tiempista, mientras las charlas iban y venía, entrelazándose entre los constantes llamados al celular de Moratorio, demostrando amor a su señorita novia, las ganas nuncas manifiestas de Polo por ir a bailar a “Comunicaciones”, cosa que le está faltando a este canterano del deporte, los bostezos de Marone y su cara de pidamos la cuenta, y las ya entradas grapamielescas de Billy. El señor Ito Barbé no tuvo mejor idea que comenzar una charla cinematográfica, donde fueron recordadas trilogías como: Volver al futuro, Karate Kid, Terminator y Locos por Mery.

Luego se realizó un pequeño homenaje a los dibujos animados de ayer y hoy, donde todos trajimos remembranzas del pasado, haciendo una gambeta al destino salió la conversa de los grandes capos cómicos, y ahí agazapado esperando el momento estaba él, cual francotirador, al oír el nombre de “Alacrán”, se escucho la voz de un “...huhu locomiaaaa huhhu...”, desde la inmensidad del espacio llegaba para el Ito, Sherman.

Todos se preguntarán ¿Sherman?, pero este no juega ni para los blancos ni para los rojos, no señores no juega ni para unos ni para otros, pero rápidamente Ito Barbé entrado en copas invitó a este personaje a compartir la mesa de los “Comensales de siempre”. Como describir a Sherman, uruguayo de 35 años, de familia acaudalada, empresario del rubro gastronómico, y sobre todo un hombre mediático, al ver esta última condición de este sujeto, los ojitos de Ito Barbé se llenaron de lágrimas, se fundieron en un abrazo. Sherman deja bien claro al comenzar la charla de sus dos hijas, y de su señora cordobesa de exuberante figura.

Para este trotamundos de la noche, para este cronista que supo estar en tierras áridas, con fuego cruzado, había algo de Sherman que no cerraba, pensaba para mis adentros a este lo conozco, y no sé de donde, el momento de salir a luz de la verdad, fue cuando desde la otra punta de la mesa insistía con mi persona denotando que mi piel canela le gustaba, este gladiador de la vida, realizó una de sus mejores gambetas, y salió a flote. En ese mismo momento recordé “...si señores Sherman era un integrante del ya olvidado grupo español “Locomia”, ahora entrado en años y sin su abanico habitual fue difícil reconocerlo...”

Mientras Sherman no perdía oportunidad para acariciar el hombro de nuestro amigo Ito, el resto de los comensales empezamos a temer por la integridad física y moral de nuestro amigo. Este ya había caído ante los encantos de este “Locomia” desaparecido en acción. Ito buscaba un aliado para la noche, ya que en este momento habíamos llegado al acuerdo que el churro de oro se lo llevaba Ito. Pero más que un aliado, mas que un amigo de la noche, Ito volvió a demostrar que es un galán, de la escuela de “El tano” Rani, o de Carlos Calvo. Sherman lo miraba con ojos divinidiosos, y hasta lo vistió con sus ropas de cheff. Momento de hondo dramatismo cuando el Locomia posaba las manos sobre las cinturas, de un ya entregado Ito Barbé.