?? LA BADA F.C.: Biografía no autorizada de José "Patovica" Misa

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Biografía no autorizada de José "Patovica" Misa

BIOGRAFÍAS DE LA BADA F.C.
PRESENTA:


José "Patovica" Misa
(1982 - ... Si sigue así, no pasa de fin de año)

Nuestro tosco personaje de hoy nació en Las Islas Malvinas en el marco de la invasión inglesa a las mismas. Hijo de padres argentinos, José creció y se crió dulcemente en compañía de los Gurkas (integrantes de legión inglesa en Islas Malvinas) que amablemente llegaban a la costa de Las Islas. El contacto con estos pintorescos personajes de la época marcó de alguna forma la personalidad del pequeño José, que disfrutaba observando a los mismos desembarcar en el puerto de Malvinas invitando a despedirse de este mundo al ejercito argentino enviado por el nefasto Galtieri.
Con el correr de los años José sufrió terriblemente la lengua hablada en la región, su dominio del inglés no era el mejor, provocando que sus conversaciones no fueran lo suficientemente extensas como para saber si era mudo o simplemente hablaba poco; situación que hasta nuestros días así parece.

Con la llegada del período escolar, José comenzó a poner en práctica con sus compañeritos todo aquello que aprendió con los guerreros de Margaret Tacher. Sus travesuras comenzaron con pequeñas roturas de vidrios y continuaron con el copamiento del centro educativo y el posterior incendio del mismo. Más allá de esto logró culminar la primaria luego de varias amenazas al maestro de turno.

Su carrera futbolística comenzó en el año 1990, se disputaba el mundial de Italia y el pequeño José dividía su corazón entre el amor de sus padres por la albiceleste de Maradona y el de sus amigos por la selección de la rosa, liderada en esos momentos por John Barnes. Con el paso del tiempo el amor al fútbol llevó a José a no solo observar el rodar de la pelota sino que a probar suerte en el club de la zona, El Malvinas Junior, equipo recién ascendido en la liga de las islas que buscaba nuevos valores en pos de ir tras la ansiada copa. Martes y Jueves religiosamente, luego del Colegio, nuestro querido amigo se trasladaba en colectivo (El 2, destino Templo Inglés, de ahí el número de su camiseta actual) hacia el predio que tenía el club en las afueras de la ciudad. El conductor del vehículo, un inglés beodo, con el paso de las semanas se encariño con la imágen de José y cada vez que nuestro amigo tomaba el bus le anunciaba al guarda al grito de: “John!! The Becarius is here now...!!!”, al parecer el joven José suponía que los empleados de la empresa de transporte no se percataban de que viaje por medio, aprovechaba el tumulto reinante en el colectivo para escabullirse y asi obviar el pago del boleto. José, el cual menejaba un inglés propio de Tienda Inglesa, le respondía al conductor: “Gracias igualmente, la suya como esta??”

En lo que respecta al fútbol las cosas no estaban claras, las semanas transcurrían y la confirmación de parte del entrenador no llegaba. José Misa comenzaba a impacientarse y las cosas dentro del campo de juego ya no le salían como antes, el nerviosismo y la ansiedad le jugaban en contra en su consolidación como jugador del Malvinas Junior. A esa altura su atolondramiento lo había llevado a romper dos alambrados, tres columnas vertebrales y una lumínica con su propia cabeza. Igualmente el ponía paño frío a la situación: “Estoy tranquilo... estoy tranquilo, es quieto, es quieto...”.
Una de las tantas tardes gélidas que el Joven Misa fue a entrenar, en medio del calentamiento previo basado en esquivar velozmente los conos de derecha a izquierda, logró divisar desde el campo de juego en una pequeña grada ubicada en lo que sería la tribuna América en nuestro principal escenario deportivo, a su querida Madre. Obviamente esta situación le dio al lateral derecho con llegada, aún más fuerzas para encarar la práctica de fútbol y aprovechar ese momento inmejorable para demostrarle a su madre que el tiempo que no invertía en realizar las tareas del colegio daba sus frutos.
Al momento que el entrenador separa al plantel en dos equipos, el titular y el suplente, José Misa recibe la inesperada y dura noticia de que una vez más será uno de los relevos del combinado suplente. El jovenzuelo sin pensarlo se dirige en busca del entrenador y señalando a su madre en las gradas exclama: “Couch... my Mather!!!”. El nunca imagino que inmortalizaría una frase para la eternidad, la cual tradujo para la utilización en estas tierras luego de cada acto fallido: “Conch mi madre!!!”, acompañado con una media vuelta y un regreso rápido.

Esa fue la última tarde que concurrió al club, sus esperanzas habían finiquitado y ya no sentía las ganas del comienzo.

Pero no bajó los brazos...

Rindiéndole honores a su calidad de luchador incansable, José Misa volvió a presentarse en un club. Esta vez el Club Atlético Malvinas del Sur (rival acérrimo en la divisional del Malvinas Junior) se interponía en el destino del joven para darle una nueva oportunidad. Esa mañana junto a un amigo del barrio deciden reunirse con los dirigentes del club llegando a un acuerdo el mismo día. Su amigo de apellido Roonie no tuvo la misma suerte, y poco después junto a sus padres regreso a Inglaterra en donde nuestro amigo José le perdió el rastro. Las palabras de José recordando a su amigo fueron: “Ese pibe no tenía futuro, yo le dije quedáte... y bue, igual se fué, el se lo perdió, ahora debe estar tirado abajo del Big Ben”.
Más alla de ese trago amargo por la partida de su amigo, José había firmado un contrato y eso lo hacía muy feliz. Sin bien no había podido ser en el Malvinas Junior, gracias a su insistencia el Malvinas del Sur le había abierto las puertas... pero para que las cuidara.

El Club Atlético Malvinas del Sur realizaba Viernes y Sábados en las instalaciones de su cancha de basket los bailes más importantes de las Islas Malvinas, y últimamente como producto de la popularidad que había generado en la juventud era imprescindible la presencia de un Patovica en el acceso al mismo.
Fue por esto que nuestro amigo firmó un importante contrato por un año, en donde se incluía la compleja tarea de sacar la basura al menos una vez a la semana. Hasta nuestros días y ya sin trabajar en el lugar, saca la basura algún sábado que otro.

Luego de dos años de arduo trabajo con 4 muertes, 17 costillas y más de un centenar de dientes en su haber, José, ahora si Patovica, decide emprender unas merecidas vacaciones. El lugar elegido fue la capital de la República Oriental del Uruguay, la hermosa Montevideo, en donde José además de encontrar la paz y tranquilidad que necesitaba para descansar encontró el amor... Una joven muchacha de nombre Patricia se adueño de la noches de nuestro personaje y lo enamoró.

Alcanzándose a tomar más de 15 litros por día, Jose Patovica Misa cayó en el alcohol de manera inconcebible, perdiendo todo su dinero. Para colmo de males los continuos actos de indisciplina en la vía publica le imposibilitaron regresar a Malvinas. Sus largas caminatas por las calles de Montevideo con un ritmo atolondrado y cansino, ocuparon la vida de nuestro amigo durante ocho meses, hasta que la conoció a ella. Integrante del Clan Castro (que tiene a nuestro conocido Chipi como principal heredero de la corona), fue quien logró alejarlo de los recintos de moral dudosa y los vicios incontenibles que tenían a José Misa sin rumbo fijo.
Se enamoraron, vivieron juntos y el nunca regresó a Islas Malvinas, el lugar que lo vio crecer y marco su vida para siempre. Más allá que algún día de estos con mirada seria en dirección al suelo, esboce tranquilamente...: ”No no, miren que yo nunca estuve eh', vos sabes lo que tenés que hacer con esas fotos...”.

Hasta el momento, pocos son los que saben la verdadera historia de un personaje que se escuda detrás de unos 25 años (de casado... dejate de embromar!!!), pero que con su singular personalidad se ha ganado el cariño de propios y extraños.

El es José, José Patovica Misa.

Germán “ITO” Barbé